21 de marzo de 2020 .
Te miro y no lo creo
Mis ojos -llenos, sí, de subjetividad- no pueden dejar mirarte y hacerme pensar en cómo tanta dulzura y valentía pueden caber en un cuerpo tan pequeño.
Cómo ese cúmulo de formas armónicas, de olores suaves, de calidez arrulladora, puede ser en sí, una oda a la perfección.
La redondez de tus ojos, esas pestañas tupidas que no heredaste de mí, ese tono claro de piel -más claro que el que yo hubiera querido–, esa sonrisa amplia y duradera que llevas hasta en los momentos en los que te sientes indispuesto; son tan conmovedores que me llevan a las lágrimas.
Ser mamá es un proceso tan común en el mundo que nos quita el asombro y la idea mágica de que una persona puede crearse, formarse y crecer dentro de otra. Que dentro de una mujer común y corriente, un ser humano late, siente, se alimenta. Todo es tan normal a través de los años y los milenios, que se nos va la sensación de incredulidad ante ese milagro que salió del vientre de uno.
Te vuelvo a mirar a mi lado y sigo sin creerlo. Te veo tomando leche de mí y me siento una diosa, doy vida, doy alimento. Es tan asombroso que no puedo dejar de sentir lástima por lo obvio que es para los demás.
Mi cuerpo se ha hecho sabio y ha sabido cómo responder con amor a lo que necesita mi cría, sí, mi cría. No hay nada que me haga sentir más conectada con nuestros familiares mamíferos que verte pegadito a mí, saciando el hambre, enamorándome con esa mirada que me hace sentir importante, amada, grandiosa. Si todos fuéramos conscientes de esas acciones tan instintivas que mantenemos, estaríamos más conectados con los animales. Podremos creernos muy superiores, pero parir y lactar deben recordarnos que solo somos otra especie animal en este planeta.
Te vuelvo a mirar y siento que te envidio. ¿Cuántas personas son hijas de un amor auténtico? ¿Cuántas son planeadas y recibidas con la ilusión de dos personas que se aman todos los días? Y casi te envidio porque quisiera haber nacido así y casi deseo poder recordar cuando yo como tú, alguna vez fui el centro del mundo de alguien. ¿Alguna vez has pensado que todos fuimos un sol en torno al cual giraban los planetas? Crecemos tan rápido que nunca se nos ocurre imaginar la maravilla de estar a merced de los abrazos, los mimos y los besos de otro.
Cuando te sientas solo, cuando estemos bravos, cuando creas que no congeniamos, recuerda todo el amor que te he profesado desde ese Día del Idioma cuando me enteré que surgías dentro de mí, recuerda que mi amor permanece a través del enfado. Los papás y las mamás cometen errores todo el tiempo y seguramente yo más. No hay un manual para ser mamá, nunca antes lo había sido y ni siquiera pude nunca conectarme con los niños. Voy improvisando cargadita de amor, haciendo lo que considero por encima de lo que me dicen. Porque así soy yo. Espero me perdones si me porto terca a veces. Pregúntale a tu papá, nunca dudes de mi amor.
Te sigo mirando y te besuqueo. Lo hago mucho porque sé que en algún momento ya no podré hacerlo. Te cargo mucho y te «enseño al canto» como me dicen, porque en algún momento ya mis fuerzas no serán suficientes para cargarte; y te canto todos los días porque nos divierte a ambos y algún día ya no te va a divertir.
Y lloro, lloro porque tu vida es un milagro, porque tu sonrisa ilumina, porque me siento incompleta cuando nos separamos, porque no quiero olvidar cómo era sentirte dentro de mí.
Benjamín: gracias por darnos más felicidad de la que ya teníamos. Tu papá y yo te besamos, nos miramos y agradecemos todos los días tenernos. No hay paro, no hay deudas, no hay virus, no hay trabajo ni jefes bravos que nos quite la alegría al corazón que nos da abrazarte, mimarte, bañarte y mirarte sin descanso cuando te acostamos en medio de los dos. Y tú papá te cuenta historias y te habla de mí, y yo te doy quejas de él y nos reímos con tus caras y nos sonreímos los tres, y lo único que me entristece es que no vayas a recordar este derroche de alegría.
Por: Hope Fonts
Escritos del mismo autor: Mi signo del Sol, Viaje a la nada, FARC sin la A, un nuevo paso, Un café para el alma, Ella. Sala de espera,una reseña. Carta abierta a Álvaro Uribe Vélez, Extraordinaria desnudez. A mis hermanos. Mi Ricardo Silva personal. Esperanza. El Secreto de las mujeres hogareñas. Internet, nuestra propia burbuja personal. Los tiempos de los chupamedias. Un homenaje a mi «agüelita». El lenguaje no sexista, un manifiesto. El dolor, una visión cerebral, La Política del entretenimiento. Sí, todavía sigo en la modistería. Los diálogos de Borges y Sábato, un bonito verano porteño, Retazos, Roma, una joya brillante y dolorosa, Nuestra postal, Race, otra reseña. Botero, un documental que todo colombiano debería ver