Escribir es para algunos una forma de vivir, de expresar conceptos que no fluyen en tiempo real, de compartir una manera de pensar, de fantasear y proponer. Las ideas al respecto pueden variar y se pueden ampliar. Pero lo que tenemos claro quienes garabateamos, es que siempre es un esfuerzo, un intento, un ensayo, un camino sin lugar de destino con paradas que a veces nos dan algo de conformidad, pero a las que siempre les falta algo que intentamos completar o reducir, o terminar en el siguiente intento. Todo esto lo hacemos al calor de un tinto, o de un té, o de una aromática, cuya calidez le da el toque de conversación y de cercanía que a veces necesitamos como insumo creativo.
Intentar y fracasar es parte de la vida. A veces de los intentos salen buenas ideas e historias; por eso, garabatear vale la pena, sacarnos la espinita vale la pena. Porque tenemos algo que queremos decir y sabemos que ese algo puede ser mejor.
Garabateando es la oportunidad que nos damos para expresar con palabras lo que pensamos con relación a muchos temas y de variadas maneras. Estamos haciendo una exploración escrita de lo que somos y lo que queremos a punta de los garabatos que escribimos. Queremos darnos la oportunidad de decir algo y de cada vez contarlo mejor. Queremos desafiar a la hoja en blanco y quitarnos la pena de que alguien nos lea y diga que somos pésimos. La verdad es que lo somos, pero por eso garabateamos, porque solo cuando se sigue intentando, se puede mejorar.
De todo corazón: disculpas a los que nos leen.