Enamorarse de un cuerpo desnudo solo es extraordinario si se goza con la imperfección, la asimetría y la dejadez que deja ver durante el sueño.
El cuerpo vale la pena cuando se desliza hasta la profundidad del ser y se convierte en la añoranza del calor y el deseo de la esencia.
Fácil es enamorarse de la belleza, la simetría y la perfección…
Etéreo es disfrutar la parsimonia de la respiración, el roce simple, la lenta exploración infantil.
Solo cuando la desnudez es extraordinaria, el pedazo de carne se convierte en almohada. Un suave arrullo con el que se espera el alba.
Por: Hope Fonts
Escritos del mismo autor: Viaje a la nada, De que las hay, las hay, FARC sin la A, un nuevo paso, El secreto de José Asunción, Un café para el alma, Ella. Sala de espera,una reseña. Carta abierta a Álvaro Uribe Vélez.