Apareces y engendras el pudor de mi angustia,
La de tu frágil cintura que rosa el viento
El de tus senos estremecidos por aquella mirada taciturna y ambigua;
Y como un relámpago escarlata que sale de mis ojos
Te morboseo insinuante, aberrante a mi desdicha.
Me descubro en tu piel, en tu aliento
Y aunque en la madrugada despiertes ajena
Retorceré mis huesos para que la muerte
Me aceche en silencio.Y si volvieras algún día;
No dudaría un instante en atragantarme de tus frutos,
Al punto de ahogarme en tus labios
Estos que saborean la dicha de todos nuestros años.Por: P.P
Escritos del mismo autor: Un águila en la montaña.