Hace pocos días alguien me dijo ¿Tú también caíste en esa estupidez? Al saber que me gusta el fútbol. Qué pesar que hay gente que no entiende este deporte, que es mucho más que jóvenes detrás de un balón. El fútbol es más bien como un juego de ajedrez.

Se terminó el Mundial de Fútbol de Rusia 2018 que mostró muy buenos partidos; disfrutamos de joyas de esta muestra de excelentes jugadores, pudimos ver las genialidades de los nuevos talentos y de los conocidos que nos deleitaron en esta cita mundialista.

Abundaron los goles buenos; esta vez anotaron no sólo los esperados rematadores, sino también los mediocampistas y hasta los defensas (grande Mina ¡viva Guachené!). Y los goles que no entraron se quedaron en manos de los arqueros o por la virtud de defensas que con toda confianza cerraban el arco de sus equipos.

Me alegro que las nuevas generaciones se queden con buenos recuerdos de Rusia 2018, y que hayan visto que los mejores jugadores de fútbol también se divierten en la cancha, y que “la dan toda” por ganar el juego, pero que también saben perder. La final entre Francia vs. Croacia fue la cereza del postre, aparte de hacer un muy buen partido, nos dieron lecciones de comportamiento, respeto, gallardía, etc.

Ustedes vieron cómo sonrió Hugo Lloris, el arquero de Francia al ver en la pantalla gigante la repetición de la jugada en la que perdió el balón en los pies de Mario Mandzukic, para el segundo gol de Croacia. ¡El arquero podía reírse de su error! Destaco esto para contrastarlo con un hecho absurdo que sólo puede pasar en Colombia, que me afectó y –como vemos– aún no supero: el asesinato de Andrés Escobar en 1994.

Era un sábado, casi a las 7 de la mañana, mi papá fue a las habitaciones de las niñas, dos habitaciones con dos niñas cada una. Eso era raro muy porque mi papá era tan respetuoso con todo el mundo, y especialmente con sus cuatro hijas, así que no era usual que él estuviera allí diciendo “permiso mamita”, mientras se sentaba a un lado de la cama. Me dio un beso en la mejilla, y me dijo “hoy amanecimos con una noticia muy triste, Andrés Escobar tuvo un accidente y está grave”. Y en el tono en que lo dijo eso significaba que había fallecido. ¡Cómo podía ser eso! Mi papá sabía que eso nos iba a afectar porque “a las niñas les gusta el fútbol”.

Por eso me dio nostalgia ver el gesto del arquero de Francia, porque el error que cometió es imperdonable para un arquero y nada usual en una final del campeonato mundial. El destello de esa conexión me dio el impulso para escribir esto como un llamado en contra de la indiferencia por los hechos de violencia en Colombia. No podemos normalizar los asesinatos, ni porque “eso fueron apostadores de fútbol” –como en el caso del Caballero del Fútbol–, ni en el plano político actual en que a los muertos les ponen etiquetas para justificar su exterminio.

Por: CaroMéndez

Nota: Los dos caballeros de este relato: Andrés Escobar y mi papá fallecieron un 2 de julio.