La densa oscuridad, el eterno vacío, aquella sensación de pérdida total, solo puedo escuchar levemente las palabras que rebotan en mi cabeza “Vainilla y coco”.
Poco a poco voy recobrando la conciencia, se escuchan algunas voces y sonidos extraños, mi vista aún está nublada, veo figuras pasando una y otra vez, poco a poco todo empieza a tomar forma, las voces son más audibles y claras, ahora lo entiendo… estoy en un hospital.
- ¡Deprisa El paciente del 302 ha despertado! – escuché a una de las mujeres vestidas de blanco que me vio.
- Muy buenos días señor ¿cómo se siente hoy? –
Me pregunta aquel hombre con una bata blanca un tanto asombrado.
Aun me sentía algo desubicado, mi cerebro tal vez no acababa de despertar y asimilar todo lo que estaba pasando, sin embargo le contesté a aquel hombre que me sentía bien, solo un poco débil.
- ¡Me alegra mucho! soy el doctor Isaac y he estado al tanto de su proceso, me gustaría que me ayudara a completar una información si ya se siente mejor-
- Sí, por supuesto- le contesté
- Antes que nada me gustaría saber ¿Cuál es su nombre? –
- ¿Mi nombre? –
En ese momento me di cuenta de un pequeño detalle de mi vida, no sabía quién era, no sabía dónde estaba, ni pasado, ni familia, ni amigos, mi mente se encontraba totalmente vacía, mi respiración se empezó a agitar, me entra una sensación de inexistencia – ¿Quién soy?, ¡no puedo moverme! -, -Señor tranquilícese lleva un año en ese estado es normal que sus músculos estén atrofiados cálmese-.
De nuevo la vista se nubla y los sonidos se apagan, creo que voy a colapsar “huele a vainilla y coco”, resuena esa voz en mi cabeza y siento una sensación de tranquilidad.
El viaje
Sigo caminando sin rumbo fijo, hay enormes bosques entre ciudad y ciudad, no tengo la más mínima idea de mi destino, solo sé que no puedo quedarme en un solo sitio, debo buscar la verdad, mi verdad, aquella voz en mi cabeza me devolvió la voluntad. Más de un mes me tomó recobrar la movilidad de mi cuerpo, apenas pude valerme por mi mismo salí de ese lugar sin avisar.
Finalmente llegué a esta ciudad “Ciudad del Inicio”, es curioso el nombre ya que es la primera ciudad de este viaje que no sé si tiene fin. Es un sitio muy tranquilo hay mucho comercio, los niños corren de un lado para otro, parece un buen lugar para empezar, ¿y qué si no recuerdo nada?, aquí puedo crear una nueva vida, un nombre y una profesión.
Reminiscencias
Después de recorrer la ciudad llegué a un lago enorme, ya eran horas de la tarde y la luz del sol le daba un color cálido al paisaje, en el cielo se apreciaban unos bellos tonos naranjas y amarillos que contrastaban con el azul infinito, me acerqué un poco al lago para admirar un poco más su belleza, su agua cristalina y el cielo que este reflejaba, sin embargo algo empezó a retumbar en mi cabeza, algo punzante, algo pasó aquí, algo importante, ¿qué es?, de repente recuerdo una silueta de un hombre pintando sobre un lienzo, era una obra muy triste de color gris, sin emoción. Sin embargo otra silueta aparece en la escena más delgada y toma la mano de aquel pintor y su pintura cobra vida, se llena de color y de emoción casi que aquella obra de arte forma parte del paisaje.
Me había quedado dormido, pero recordé lo importante que era este lugar para mí, aquí recobré mi propósito, la alegría volvió a esta alma exánime, y la sensación de que todo lo que hacía era importante y sobre todo aquella silueta me lo recordó en tan solo un instante.
Sigo recorriendo la ciudad, veo a muchas personas en su quehacer cotidiano, muy tranquilas, otras sonríen -¿desea alguna fruta?- me pregunta aquel vendedor, solo le hago un ademán diciendo ¡no, gracias!, me gustaría decir que esta ciudad me trae grandes recuerdos pero la verdad es que solo me genera algo de tranquilidad, de repente llego a ese lugar, un teatro viejo pero en funcionamiento.
La función debe continuar
Aquel actor con ese disfraz de la época antigua, la cara pintada de color blanco y algunos signos en su rostro, aquel personaje se quitaba su sombrero de copa y hacía una reverencia a mí, invitándome a entrar, de repente sentí que, aunque el sitio no se veía muy agradable debería echar un vistazo.
Todo estaba oscuro, solo se escuchaban algunos murmullos de la gente, cuando de repente se enciende la luz principal y aparece en escena la doncella, estando desesperada por los tratos de su madre, porque ella quería ser libre pero su madre le decía que debería casarse, tener hijos y ser sumisa a su marido, hacer las cosas del hogar, pero ella, tan solo quería volar, quería reír, conocer las maravillas que ofrece el mundo a quienes deciden salir de aquella cueva y descubrirlo con sus propios ojos.
Otro recuerdo borroso se apodera de mí, veo mis manos, aunque muy difusas estoy en este mismo lugar, pero no estoy solo, alguien me dice cosas, aunque no son claras solo sé que nos reímos mucho, caminamos las calles, cada lugar es divertido a su lado por más insignificante que pueda ser, intento estar serio pero mi rostro tiende a estar sonriendo, pero el tiempo siempre es corto –“es de vainilla y coco… mi perfume es de vainilla y coco”-. Ahora lo entiendo, “shhhh”, me dice la gente del teatro, me levanté con cuidado y me retiré del lugar.
Es una persona la que me dijo eso, pero ¿por qué recuerdo solo esa trivialidad?, hablamos tantas cosas supongo, pero no tengo idea de nada de hecho no me gusta el coco, lo único que entiendo es que debo buscar a esa persona que huele a vainilla y coco y encontraré la verdad.
Tesoro Imborrable
Sé que ya no busco algo, busco a alguien, una persona, con quien sentía paz y alegría, pero ¿por qué no está?, ¿por qué no recuerdo nada más?, aunque no importa porque ya he tomado la decisión de encontrar a quien huele a vainilla y coco.
Sigo caminando las calles, viendo cada lugar, cada persona, intento recordar algo más que me lleve a quien busco, es difícil no tengo muchas pistas solo una frase, y una dulce voz, siento a veces que la búsqueda es en vano, mis pies están cansados la noche ha caído y no puedo divisar el horizonte, mis ojos están cansados, mis pies, mi cuerpo pesa mucho, me adentré en ese extraño bosque cerca de la “Ciudad del Inicio” la niebla es muy densa y no me permite ver nada, pero eso no importa, porque el deseo en mi mente es lo que me da la capacidad de elegir y elijo seguir… seguir caminando hasta encontrarla.
Por: LYNX
Escritos del mismo autor: El otro mundo, La última melodía.